Online es PEOR que Presencial.

Porque enseñar es comunicar. Y para que te entiendan y no se aburran, necesitas darle vida y emoción a tus palabras.

En persona puedes ajustar el mensaje a tu público. Si no entienden, lo explicas de otra forma, das más ejemplos, pones más ejercicios...

Pero en online pierdes tu expresividad y ese feedback directo. Debes escribir mejor y con más elocuencia para compensar.

Encima, da más trabajo de preparar, estructurar y montar. Y por si fuera poco, necesitas aprender y usar muchas más herramientas.

Y al final, lo más probable es que consigas menos conexión, menos motivación y menos atención.

Resultado: La tasa de abandono se dispara.

Para colmo, es jodido saber si realmente han aprendido, si han hecho sus trabajos con ChatGPT o si han dejado el vídeo corriendo para sumar horas y días.

El online tiene sus ventajas, claro. Pero en muchos sentidos es más difícil.

Aunque no tiene por qué ser peor.

Existen muchas formas de llamar la atención, de captar el interés del alumnado y mantenerlo en vilo. Hay técnicas que puedes aplicar para hacer que el contenido sea más atractivo y memorable.

Técnicas procedentes del márketing, copywriting, storytelling, literatura o de la psicología.

Y con las herramientas adecuadas, puedes crear cursos online que conecten de verdad, que motiven y que enseñen eficazmente.

Cada semana escribo un correo con ideas sobre cómo hacer cursos online más atractivos.

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